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Mi amigo el Pingüino: cuando el cine internacional llegó a Estancia San Lorenzo, en Península Valdés
Hay lugares que nos sorprenden por su belleza, otros por su historia… y algunos tienen la suerte de ser parte de algo todavía más grande: una película que da la vuelta al mundo. Eso es lo que pasó con Estancia San Lorenzo, dentro de la Península Valdés, cuando el equipo de la película “Mi amigo el pingüino” decidió filmar allí algunas de sus escenas más emotivas. A simple vista, puede parecer solo un dato curioso. Pero detrás hay una historia real que conmovió a millones de personas y un escenario natural que representa lo mejor de la Patagonia. Y eso, desde ya, nos llena de orgullo.
La historia que dio origen a la película:
Todo comienza en 2011, en una playa de Brasil. Allí, un pescador llamado João Pereira de Souza encuentra a un pingüino cubierto de petróleo, apenas con vida. Lo limpia, lo alimenta y lo cuida durante semanas. Finalmente, el pingüino al que llama Dindim, recupera sus fuerzas y vuelve al mar. Lo que nadie esperaba es que, meses después, Dindim regresaría. Y así lo haría todos los años, recorriendo miles de kilómetros para reencontrarse con el hombre que le salvó la vida. Una historia simple, pero profundamente humana. Y animal, claro.
La película se inspira en este vínculo tan particular: la amistad improbable entre un hombre y un pingüino. Y busca transmitir lo que muchos sentimos cuando estamos frente a la naturaleza en estado puro: asombro, ternura, y una conexión que no necesita palabras.
¿Por qué eligieron filmar en Península Valdés?
Aunque gran parte del rodaje se realizó en Brasil, los productores quisieron mostrar cómo viven los pingüinos en libertad. Por eso buscaron un lugar que represente fielmente su hábitat natural. Y fue así como llegaron a Estancia San Lorenzo, en Península Valdés. No es casualidad. San Lorenzo tiene una de las colonias de pingüinos de Magallanes más grandes del continente, con más de 600.000 ejemplares en temporada (de septiembre a marzo). Pero además de cantidad, lo que ofrece es contexto: paisajes abiertos, playas de canto rodado, acantilados, cielo infinito y una fauna que se mueve a su ritmo, sin apuro.
Para el equipo de filmación, era el lugar ideal. Y para quienes lo conocemos, también.
San Lorenzo: un escenario de película
Hoy, caminar por Estancia San Lorenzo es recorrer el mismo sendero que transitaron los actores, los técnicos, las cámaras… y miles de pingüinos. Es ver de cerca cómo se mueven, cómo protegen sus nidos, cómo interactúan entre ellos sin preocuparse demasiado por nuestra presencia. La excursión se realiza por senderos bien delimitados, acompañados por guías especializados que te cuentan cada detalle: desde cómo eligen su pareja hasta cuántas veces al año hacen el mismo nido.
Además, el lugar cuenta con un restaurante que ofrece cordero al asador (un clásico que recomendamos probar) y un centro de interpretación que ayuda a comprender la magnitud de lo que uno está viendo. Saber que este espacio fue parte de una producción internacional no hace más que reforzar su valor. Porque no es solo un destino turístico: es un lugar donde la naturaleza sigue contando historias verdaderas.
El mensaje detrás de la película
“Mi amigo el pingüino” no solo emociona por su trama. También nos recuerda algo esencial: que la naturaleza no necesita que la entendamos, solo que la respetemos. Y que a veces, los vínculos más fuertes son los más inesperados.
En un mundo cada vez más acelerado, mirar cómo un pingüino vuelve todos los años a ver a quien lo cuidó una vez, es un acto de esperanza. Y verlo en un lugar como San Lorenzo, donde ese comportamiento se replica a gran escala, lo hace todavía más poderoso.
Visitá el lugar donde el cine y la naturaleza se encontraron
Desde Argentina Visión organizamos salidas a Península Valdés que incluyen la visita a Estancia San Lorenzo, un paseo que reúne todo lo que hace especial a esta región: aventura, fauna, paisajes y una historia que ya es parte del cine mundial.